Cartas de lectores | Vivimos en un mundo al revés
Soy lo suficientemente realista como para saber que la vida es un asunto complejo
En este mundo aprendí a observar, escuchar, hablar. En este mundo que nos ha tocado vivir se le da más valor al estuche antes que a su contenido. Un mundo donde mentir se volvió rutina, traicionar, monotonía; donde se le exige más al futbolista que al político; ser hipócrita es normal, es la ropa de hoy en día. Vivimos en un mundo donde la comida está llena de químicos, donde un jabón contiene cereales, donde no se intenta solucionar problemas sino convivir con ellos. Donde la gran cantidad de basura sintética es depositada en botaderos públicos a cielo abierto, sin control sanitario, convirtiéndose en grandes fuentes de propagación de enfermedades. Un mundo donde se condecora al pillo antes que al docente; donde la vulgaridad causa risa y festejo, antes que una buena lectura. Vivimos en un mundo donde se le da más fama al cantante que al científico; donde lo morboso y dañino de programas en la televisión es más rentable que programas educativos. Un mundo donde los hijos imponen reglas de entradas y salidas de la casa y los padres acatan en silencio. Un mundo donde los asambleístas sin títulos académicos ganan más que un catedrático con cuarto nivel, conseguido con esfuerzo, trabajo y dedicación. ¡Qué grosería! Vivimos en un mundo donde mafias delincuenciales tienen más seguidores que las personas de bien. Donde la ausencia de valores éticos y morales es uno de los grandes males.
Helen Keller, escritora, oradora y activista política sordociega estadounidense indica: los obstáculos son más bien oportunidades de superación personal, y bien aprovechados pueden ser una guía hacia la grandeza humana.
Si no somos capaces como país de educar y formar a las generaciones que vienen, van a pertenecer al mundo de los irrelevantes, de los que no sirven ni para que se los explote. Este es el desafío más grande del país. Siempre me gusta ver el lado optimista de la vida, pero soy lo suficientemente realista como para saber que la vida es un asunto complejo y nada puede hacerse sin esperanza, confianza, optimismo y mucha fe en Dios.
Sara María Garaicoa Granizo