Cartas de lectores | ¿No tener a quién volver los ojos?

Lamentablemente nos acompañará solo hasta abril, dejándonos en indefensión; ¿de donde sacamos otra Diana Salazar?

L a decepción comenzó cuando la gente se dio cuenta de que todo cuanto prometió Correa fue una falacia; que la Constitución era un código del asalto a los bienes públicos y que las fastuosas obras como Coca Codo Sinclair, con increíbles sobreprecios, no tenían los estudios requeridos y terminarían pidiendo auxilio. Ya no había cómo mentir: los millones de dólares de la mayor bonanza petrolera ecuatoriana, 400.000 millones, estaban en los bolsillos de los insaciables ladrones correístas, ahora ricos. Como la pobreza se redujo de 36,7 % en 2007 al 22,5 % en 2014, la gente se acostumbró a gastar sin freno y los dólares empezaron a escasear; no hubo más que fiar a los chinos a intereses usureros. Entre 2009 y 2017 se contrataron créditos por $ 18.170 millones, con un perjuicio de 2 mil millones, y por un nuevo acuerdo con Correa, otros 5 mil millones de deuda. Como los ‘gastadores’ no quisieron entender que la bonanza terminó y había que trabajar para comer, se fueron por lo más fácil: robar, reviviendo el vicio conocido y prestigiado por Correa al afirmar que las coimas son legales y los onerosos contubernios, acuerdos entre particulares. La corrupción es el vicio que ha podrido al país y lo lleva a su desintegración. En hospitales, oficinas, ministerios, cementerios, cantinas y bailaderos cunde el robo disfrazado de ‘vacuna’, se propaga la droga en los niños al compás de una tabla miserable inventada por una indecente que estará robando en México. 

Pero un buen día, en vez de un Pólit, Celi, Baca, Mera, Alvarado, Pavón, Muñoz, Chiriboga u otro malhechor, apareció Diana Salazar, la fiscal de acero templado e incorruptible, dispuesta a examinar uñas putrefactas y porquerías indescriptibles. En Metástasis, Purga y Plaga han encontrado su purgatorio los Norero, Glas, Muentes, Diablo, Jalkh, Estimado, Palanqueta, Gran Gitano, Cuyuyuy y Mameluco; se encogen cuando ella les clava la mirada. 

Lamentablemente nos acompañará solo hasta abril, dejándonos en indefensión; ¿de donde sacamos otra Diana Salazar? Fiscalía, el plato fuerte apetecido por delincuentes está en oferta; los cochinos se refriegan los ojos y no lo pueden creer. Junto a ellos, el fugitivo ladrón recobra el aliento y se alisa los pelos que aún le quedan; compra-jueces alistan las faltriqueras. Sin embargo, los nobles y dignos que aún existen en la patria celebraremos pronto su regreso. Diana Salazar está para muchísimo más; la presidencia de la República la espera. 

Carlos Mosquera Benalcázar