Comenzar el año siendo diferentes
Es propio de los seres humanos ver un nuevo año como una oportunidad o inspiración para cambiar y mejorar. Esa energía puede ser muy bien orientada hacia un esfuerzo para que como país caminemos en mejor dirección. Ecuador necesita cambiar muchísimo y nuestra sociedad requiere profundas transformaciones para alcanzar una mejor realidad, pues es un país donde para cinco millones de habitantes los bienes más básicos resultan en su mayoría inaccesibles, y donde una pequeña minoría no sabe qué hacer con los ingresos que percibe y que terminan en despilfarro. Es una nación carente de oportunidades para quienes no han podido acceder a estudios básicos o superiores, y con frecuencia, también para quienes sí. Nuestro país también es víctima de profunda corrupción. Suele estar asociada más a la clase política y gobernante, mas la población en general ha caído en estos vicios que destruyen poco a poco al país, y una minoría de ciudadanos contribuye a aquellos vicios indeseables y de los cuales debemos deshacernos si nos interesa un futuro próspero. La destrucción del medio ambiente es otro de los males. Para vivir, producir y consumir hay que hacerlo con responsabilidad si queremos durar acá en el muy largo plazo.
Los avances tecnológicos y la arquitectura moderna deben estar al servicio del ser humano, pero en pleno respeto del ecosistema, de manera equilibrada con el ambiente. Y lo que considero más importante: nuestro país y su población en particular son víctimas de la indiferencia y la falta de amor por los demás. Un pueblo que camina “cada quien por su lado”, sin importarle el beneficio colectivo, difícilmente logrará prosperidad. Nos hemos acostumbrado a lo que está mal y no sentimos deseo de cambio; cuando la injusticia y la impunidad no son indiferentes, cuando nos da igual quién nos gobierne y perdemos la capacidad de indignación por la corrupción, sembramos un camino incierto, triste e indeseable. El Ecuador necesita justicia no caridad.
Eco. Mario Vargas