¡Yo creo en la Navidad!

Empecemos el Año Nuevo con el corazón alegrado por el perdón y enriquecido por el amor. ¡Feliz Navidad!

Hagamos de nuestro corazón un cascabel de alegría en Nochebuena y Navidad, pues nace nuestro Salvador. Todos tenemos el gran privilegio de ser hijos de Dios. Preguntémonos si de verdad deseamos adorar al niño pobre que nació en una cueva para animales, en un humilde pesebre y que luego de 33 años de hacer tanto bien a la humanidad derramó su preciosa sangre en la cruz del Calvario por cada uno de nosotros.

Hoy debemos querer tomar la decisión de estar contigo, Niño Divino, y agradecerte por haber venido a la tierra por mí. Quiero estar contigo siempre: para adorarte, alabarte y agradecerte tus muchas bendiciones. Gracias porque siempre deseas perdonar mis pecados si me arrepiento de corazón y así abrirme las puertas del cielo. Vengo a decirte que te quiero mucho, que te necesito y me fío de Ti, y que eres para mí el amor de mis amores. Con la celebración de la Navidad de Cristo nos disponemos a expresar la buena voluntad de convivir en paz, en amor y alegría con familiares y amigos. Seremos transparentes si amamos como niños. Demos gloria a Dios viviendo la justicia y el amor ejerciendo con todos la caridad. La Navidad es época para meditar sobre nuestros aciertos y desaciertos, nuestros sueños, esperanzas y logros. Empecemos el Año Nuevo con el corazón alegrado por el perdón y enriquecido por el amor. ¡Feliz Navidad!

Martha Reclat de Ortiz