La Defensoría del Pueblo
Por experiencia propia puedo manifestar que la Defensoría del Pueblo no sirve para nada. Es un ente burocrático del Estado que no tiene poder coercitivo para resolver los caso que se le presentan.
El viacrucis que el denunciante hace es espantoso: escritos, audiencias, muchas fallidas; ir y venir para después indicar la Defensoría del Pueblo que ellos no pueden hacer nada más, sino tratar de conciliar las partes, que por lo general nunca se concilian si no hay coerción; y envían al pobre denunciante a que la justicia ordinaria, después de no sé cuántos años, como es costumbre de este país, le resuelva su caso.
Lo anteriormente expuesto debería servir como razones suficientes para desaparecer esa institución, que a lo mejor funciona en otros países, pero en el nuestro ha demostrado que no sirve.
Para no dejar en la indefensión a los empleados de esta institución, ellos podrían ser traspasados a la Defensoría Pública o a la Fiscalía, haciendo un concurso real sobre sus capacidades.