Delincuencia organizada
Sin pueblo no hay empresa privada, sin empresa privada no hay Estado (hay comunismo, como es Cuba). Sin eficiencia y fin social la empresa privada no sirve.
El trueno horrendo que en fragor revienta y sordo se dilata por la inflamada esfera, al Dios anuncia que en el cielo impera. Y el rayo que en Junín rompe y ahuyenta la hispana muchedumbre que, más feroz que nunca amenazaba, a sangre y fuego eterna servidumbre… Son las primeras letras del Canto a Junín, poema de José Joaquín de Olmedo, hijo amado y predilecto de Guayaquil y la patria. Llena de inspiración y coraje saber que esta historia hoy se repite con dos actores: el socialismo del siglo XXI y la derecha torcida, dos sistemas de similares que persiguen un mismo fin, eterna servidumbre que ensombrece el cielo de la patria y de América Latina. Hoy se lamenta la presencia de la delincuencia organizada en las más altas esferas de sus gobiernos, a perennizar la impunidad relacionada a la usurpación de sus recursos económicos, físicos y materiales que sus caciques y gamonales practican con embustes para tener a sus pobladores en la pobreza y esclavitud. En nuestro país se esfuman miles de millones de dólares y el sistema para encontrar la razón está blindado con estupideces. El custodio máster de esos valores es el más alto funcionario de la función Ejecutiva, elegido por votación popular, y por eso debe responder. El presidente Lasso nos libró del avance de la delincuencia organizada en las más altas funciones del Estado y nos dio una ley que permite libertad al expresarnos. Pueblo y empresa privada deben ser protegidas por el Estado. Sin pueblo no hay empresa privada, sin empresa privada no hay Estado (hay comunismo, como es Cuba). Sin eficiencia y fin social la empresa privada no sirve.
Jorge R. Morán Mosquera