Durante y después de asaltos, agarremos nuestros perros y gatos
La muerte del perrito Bruno en la parroquia urbana San Camilo, de Quevedo, es una radiografía de lo que a un ser humano o mascota puede ocurrirle durante o después de un asalto.
Unos delincuentes huían en moto tras el asalto perpetuado a la familia de Bruno, quien los siguió; sus ladridos no era otra cosa que la manifestación de su protesta en defensa de su familia humana. Algunos canes acostumbran seguir motos en movimiento, pero todos sabemos que la velocidad de estas impide que el perro los alcance, más aún si es de raza pequeña. Entonces, ¿por qué dispararle? El comportamiento de Bruno es una lección de vida para que quienes tienen mascotas valoren la nobleza de sus actos. En situaciones difíciles ellas no dudan en poner el pecho a las balas, mientras que los amigos humanos huyen en veloz carrera. Pero ¿qué reciben de los humanos a cambio de tanta lealtad? Postergación, olvido, cuando enferman y urge llevarlos a la veterinaria antes de que su estado de salud empeore, o si se necesita comprar sus alimentos, postergan dicha acción solo porque “es el perro”. Mas si en ese instante les invitan a beber cerveza o a una fiesta, rapidito y sin dolor pagan las heladitas y van al gabinete. Y hasta olvidan ponerles agua en sus bebederos.
Cuidemos nuestras mascotas, son oro puro.
Ec. Marysol del Castillo