Ecuador: ‘tres fallas de fábrica’ que nos afectan como país

Si no aprendemos de la historia no tendremos un futuro digno como nación

¿Por qué somos una especie de Estado fallido, con débil identidad nacional, sin un proyecto nacional de largo plazo que nos lleve a la prosperidad? ¿Por qué no tenemos un Estado moderno que entregue servicios de calidad? Señalo tres causas estructurales desde el nacimiento como república. 

Primera: nacimos como estado pero sin nación (300 años de coloniaje, ocho como Departamento del Sur de Colombia, con economía semifeudal, masa de indígenas en servidumbre, población negra en esclavitud y una sociedad conservadora con fanatismo religioso) y el 14 de agosto de 1830 en Riobamba una Asamblea de notables de la oligarquía criolla creó la República de Ecuador. No existíamos como nación, cohesionados y con identidad colectiva fuerte; éramos un territorio al que se dio un nombre sin contenido histórico. 

Nacimos débiles, fragmentados, endeudados. En manos del militarismo extranjero, tras el asesinato de Sucre se eligió presidente a un venezolano. Consecuencia: dos siglos de regionalismo entre Costa y Sierra, pugnas por poder que casi nos desintegran, pérdida de la mitad del territorio, FF. AA. en política y débil identidad nacional. Debemos fortalecernos como una nación de la cual nos sintamos orgullosos, y cumplir responsabilidades. Segunda falla: ausencia de una clase nacional hegemónica, una burguesía nacional con proyecto político de desarrollo como país, apoyado por la mayoría de la población. 

Históricamente se dio la disputa de poder entre fracciones de terratenientes, comerciantes, banqueros, agroexportadores e industriales de Costa y Sierra, sin proyecto de nación; crisis de hegemonía permanente. Consecuencia: una clase política mediocre sin visión de país, partidos políticos que son empresas electoreras y 20 constituciones. Ya están proponiendo una nueva, que no logrará cambios debido a la disputa de pequeños intereses de grupo por subsidios del Estado. Tercera falla: el Estado como instancia de articulación social y de políticas públicas con manejo autoritario (golpes de estado y dictaduras) o gobiernos caudillistas o populistas. Consecuencia: un Estado con débil institucionalidad, ineficiente en los servicios que presta, cruzado por la corrupción, que ha cedido el control de cárceles, minería ilegal, zonas fronterizas; y delincuencia desbocada con presencia de narcotráfico y mafias internacionales, acercándonos peligrosamente a ser Estado fallido (como Haití). Si no aprendemos de la historia no tendremos un futuro digno como nación.

Iván Fernández Espinosa