Educación en valores: su incidencia en prevención de problemas sociales

Si se trata a la pareja e hijos con respeto, ellos tratarán a los demás con respeto

Epicteto, filósofo griego, nacido en Turquía señala que “los pilares de nuestra vida deben ser sólidos para sostenernos en cualquier circunstancia”. Y qué razón tenía. La educación constituye el principal instrumento a través del cual una sociedad procura formar ciudadanos probos, con una formación personal idónea para su normal desenvolvimiento. Los jóvenes y niños se comportan de acuerdo a lo que son las sociedades en que viven, los hogares que tienen, los padres que los forman, las escuelas y maestros que los educan, las condiciones históricas que viven y las formas culturales de hábitat social en que se insertan. Esto y otros aspectos influyen y moldean los comportamientos de la psicología social y cultura juvenil. Dentro de ese proceso, los valores nos permiten diferenciar entre el bien y el mal, nos dan criterio para elegir y actuar. Valores como la solidaridad, respeto, tolerancia, honradez, responsabilidad, puntualidad, honestidad son inherentes al ser humano. Los valores no cambian con el tiempo, pero sí la prioridad que damos a unos frente a otros. Constituyen un aspecto esencial para que los jóvenes afirmen su identidad y asuman su personalidad de manera correcta, sin desviarse del camino social para el cual se los está formando. Lamentablemente la educación en valores no está dando los resultados esperados. ¿Por qué? Parecería que los valores, al igual que la moneda, han querido entrar en devaluación. Sencillamente al resquebrajarse la célula fundamental de la sociedad, la familia’, al sufrir el colapso en su estructura vital y perder autoridad los padres entre sus miembros, hace que esos padres sean permisivos y a veces hasta soslayadores de sus hijos; esto conlleva que el docente a más de transmitir conocimientos sea solidario, comprometido y principalmente auténtico en su imagen para fortalecer ejemplos de vida. Es necesario recalcar que por su naturaleza la educación en valores no enjuicia ni califica conductas morales; no se trata de colocar etiquetas a las personas, sino de orientar, alentar y aconsejar y esto lo puede realizar quien es ejemplo. Si ustedes aceptan perder en un juego, sus hijos aprenderán que ganar no lo es todo. Si se trata a la pareja e hijos con respeto, ellos tratarán a los demás con respeto. Si ustedes no desprecian a nadie, es probable que sus hijos sean tolerantes. Es momento de preguntarnos: ¿cómo andan mis propios valores? ¿Cómo afectamos a los demás cuando no vivimos los valores?

Sara María Garaicoa Granizo