Falta de clase y ausencia de justicia electoral
El CNE cumplió la sospechosa consigna de malograr la posibilidad de que Christian Zurita llegue segundo y acaso primero en la primera vuelta
A los candidatos a la presidencia les faltó clase. Más allá de las condolencias, debieron negarse a debatir a menos que el CNE permitiera la intervención de Christian Zurita. El Consejo Nacional Electoral incurrió en una tremenda injusticia al no reconocer a Christian, de manera inmediata, como digno sucesor del inmortal Fernando Villavicencio, nombrado, como manda la ley, por la agrupación política Construye, de la Lista 25; prohibir su participación en el debate, luego de dar paso a una impugnación maliciosa realizada por Marcela Aguiñaga para- vaya viveza- negarla tardíamente, pues ese era el plan de los compactados, e impedir el empleo oportuno de un pequeño saldo para propaganda. Como escuché del notable jurista Ramiro García: el CNE se sirvió, a sabiendas del vacío legal, de una normativa legal ordinaria para aplicarla en la situación excepcional del asesinato del candidato Fernando Villavicencio y de la necesidad inmediata de reconocer al sucesor. Todo ello con el propósito artero, digo yo, de invisibilizar, ante el electorado, la imagen señera (bonhomía, elocuencia y valentía) de Christian ante el electorado. Deliberadamente lo dejó bien atrás de la partida. Aun así, quedó tercero en la carrera a la Presidencia de la República. El CNE cumplió la sospechosa consigna de malograr la posibilidad de que Christian Zurita llegue segundo y acaso primero en la primera vuelta.
Raúl Moscoso Álvarez