El ídolo de barro
Los guayaquileños por miles acudíamos al llamado de nuestro alcalde, eran manifestaciones apoteósicas
Tengo tan vívido el recuerdo de no hace tantos años, cuando el señor Nebot era alcalde de Guayaquil y convocaba a movilizaciones para defender nuestra ciudad de los ataques e injusticias de un siniestro personaje que se burlaba de él, lo remedaba y hacía mofa de sus palabras. En ese entonces los guayaquileños por miles acudíamos al llamado de nuestro alcalde, eran manifestaciones apoteósicas. Sin importarnos el sol, la lluvia, gritábamos hasta enronquecer y regresábamos al final de la tarde sudados, agotados, pero contentos del apoyo que habíamos demostrado a un ser que queríamos y admirábamos. Quién nos iba a decir que esta persona caería tan bajo, hasta olvidar el sitial que tuvo y pactar con Belcebú y sus acólitos. ¿Y todo para qué? Por una venganza, porque usted, señor Nebot, no volverá jamás a conseguir representarnos ni convocarnos.
Yo sé que mi opinión no le llegará ni a la suela del zapato, pero piense que es la opinión de los miles de guayaquileños que confiábamos en usted, y nos ha pagado con la más grande decepción. Yo tenía un querido familiar que sentía por usted un cariño de padre, usted sabe a quién me refiero y ahora estará revolviéndose en su tumba viendo que usted resultó un ídolo de barro, que está en el suelo hecho añicos.
Lourdes Meloni