El influjo psíquico
La ola de violencia que se ha desatado en el Ecuador, tanto en las cárceles como en las calles, no es gratuita, tiene causales e incitaciones muy claras
Durante muchos años, un expresidente ha ridiculizado la acción de la justicia ecuatoriana alegando que, como no hay pruebas físicas de su participación directa, seguramente él dominó a los colaboradores que delinquieron mediante el “influjo psíquico”. Para todos es claro que nadie comete delitos dejando constancia en escritura pública. Ni siquiera los que obedecen órdenes verbales.
No es, pues, necesario el dejar documentados los delitos ni su incitación. Ese argumento sirve solo para los escasos de razonamiento. Y quienes defienden este argumento no andan nada lejos de esa escasez.
Hemos visto cómo ciertos asambleístas que defienden esta tesis la mencionan con sarcasmo, creyendo que con eso demuestran superioridad intelectual. Pobres ilusos, no alcanzan a comprender que solo muestran un afán por imitar a su mentor. No lo hacen con ningún argumento convincente.
Pero vamos más allá. La ola de violencia que se ha desatado en el Ecuador, tanto en las cárceles como en las calles, no es gratuita, tiene causales e incitaciones muy claras.
Como causales principales tenemos: la famosa “ciudadanía universal” y la eliminación de la base de Manta, que abrió las puertas a los famosos carteles, que hoy pagan el favor creando violencia; claro que también defienden sus territorios, cedidos a cambio de la devolución de favores. No en vano se ve a asambleístas en fotos en piscinas de Miami, reunidos con sospechosos de actos de corrupción y con vínculos cercanos al narcotráfico.
Los encargados localmente de motivar las acciones de estos interesados y no menos infiltrados, son los que quedaron aquí como rezago de la huida de las huestes de un gobierno que aún tiene que rendir cuentas a la justicia.
Ellos reciben, por supuesto, el “influjo psíquico” de quien estando lejos domina sus mentes. Ellos son los transmisores del “influjo psíquico”.
Ing. José M. Jalil Haas