Inseguridad, pobreza, salud, educación... no se resuelven con palabras

Las preguntas básicas son: ¿cuándo y en qué tiempo lo harán? ¿Cómo van a lograrlo?

Esta afirmación tiene como propósito orientar a los electores para que antes de decidir a quién van a asignar su voto para presidente de la República, piensen detenidamente y no se dejen llevar por los mensajes de políticos demagogos, mucho menos por promesas difíciles de cumplir. La cultura política de la población es deficiente, independientemente del nivel de estudios; aun los que logramos alcanzar un nivel de estudios medio podemos ser ignorantes en esta materia. 

Un 80 % de la población quizás no pueda entender de ideologías. Los políticos de oficio, los que viven de la población no educada, crean confrontación entre unos y otros, pobres contra ricos, y le echan la culpa al capitalismo, socialismo, a la empresa privada y finalmente a la Constitución, a fin de mantener su ‘statu quo’. 

Los gobernantes de turno que han llegado al poder lo han hecho prometiendo solucionar, la pobreza, la salud, la educación, combatir la corrupción, entregar viviendas dignas, generar empleos; en vez de solucionar los han incrementado. La atención básica en salud es deplorable, la educación es deficiente, la inseguridad imparable y el desarrollo económico y social ha sido mediocre. 

El que tiene hambre no puede alimentarse de ideologías, promesas, discursos vacíos, ni con falsas esperanzas, leyes, megaobras o con reformas a la Constitución a la que pisotean a su conveniencia, y peor al adoptar sistemas económicos creando más impuestos, mucho menos refundando la nación, haciendo lo mismo que otros hicieron. 

En resumen la inseguridad, el hambre, la salud, la educación, la falta de empleos, la falta de medicinas en hospitales, la falta de energía, no se resuelven con palabras vacías. Se necesita un compromiso con el valor humano, respetarlo y tener una oferta que en verdad sea una solución a los graves problemas mencionados y que tienen varias décadas sin resolverse. 

En conclusión, todos los candidatos a conducir la nación expresan qué van hacer de llegar a ser elegidos, pero no tienen una estrategia, no saben cómo llevar a los más desposeídos a la prosperidad. Las preguntas básicas son: ¿cuándo y en qué tiempo lo harán? ¿Cómo van a lograrlo? Esta última pregunta es donde más fallan porque no saben cómo, no tienen un plan de desarrollo nacional y mucho menos estrategias de ejecución efectivas; y la razón es porque no están capacitados para cumplir metas y lograr resultados que beneficien al país y al pueblo ecuatoriano.

Mario Vargas Ochoa