Lo negativo de los bonos

Es reprochable que los gobiernos, para ganar más votos entreguen bonos de la vagancia, que no permiten a la persona superarse por sí misma; se acostumbran a vivir con la cantidad mínima o máxima que reciben. Lo que es peor, quienes reciben esta bonificación le dan mal uso, a veces para drogas o placeres mundanos, como comprar celulares. Ante el problema que vive el país el presidente se comprometió a aumentar el bono a $ 55; craso error. La tarea del Gobierno no es regalar dinero sino garantizar mejores condiciones de seguridad para que se den mayores opciones de trabajo. El bono es un complemento a ingresos informales, tradicionalmente esporádicos e inferiores al valor de la Canasta Básica Familiar, de $ 716. Solo con él no se puede vivir. Los hijos de familias que recibieron el bono mejoran significativamente la capacidad productiva de sus padres, logran insertarse económicamente en la sociedad y rompen con la pobreza crónica, sobre todo si el bono está condicionado a mantener a los hijos en el sistema educativo y a que reciban atención médica preventiva. En el caso de ser puntuales, permiten, en crisis, evitar la pobreza y sostener a la clase media y vulnerable. El debate sobre si debe existir el bono en una sociedad que busca no dejar a nadie atrás, generar oportunidades y tener verdadera cohesión social, pierde fuelle. Los retos para el análisis son otros. Debemos hacer conciencia en la ciudadanía para que se promuevan condiciones positivas de trabajo; no podemos aceptar que determinadas personas se acostumbren a sobrevivir con restringidos bonos que se constituyen en promoción de la pobreza.

Ricardo Ordóñez