Papa muerto y Papa dimisionario

¿No es desafiar a Dios pedirle que haga con él una excepción a las leyes de la naturaleza?

Ha muerto un Papa que, controvertido en ciertos puntos, ha dejado el muy positivo ejemplo de ser el primero, en la Edad Moderna, que ha tenido el gesto de dimitir cuando creyó que era lo mejor para la Iglesia.

Lo ha sucedido otro, no menos controvertido, aunque por otras personas, quien hace pocos días ha revelado que ya ha escrito una carta de renuncia por si se encuentra impedido.

De hecho, ya lo está y tiene que ir en silla de ruedas por no querer operarse, por miedo -hoy día- de la anestesia, sin duda un dudoso ejemplo viviente de desconfianza hacia los médicos y la Providencia.

Hasta hoy este Papa podía escudarse en el problema de que todavía viviera el otro Papa dimisionario.

Ahora, por el contrario, debiera estimularle el ejemplo de su difunto antecesor. Máxime teniendo ya él 86 años, no queriendo curarse de achaques como el ya citado y, como muchos han subrayado por su importancia, el que la ley eclesiástica prohíba a los cardenales de más de 80 años hasta la capacidad de votar a un nuevo Papa.

¿No es desafiar a Dios pedirle que haga con él una excepción a las leyes de la naturaleza?

Martín Sagrera Capdevila