A propósito de la reforma al IESS

Este país premia la deshonestidad

Me jubilé tras más de 480 aportaciones mensuales; afiliado desde 1976 y con largas temporadas de aportar desde dos diferentes trabajos, acumulé esas aportaciones. En 2005 me diagnosticaron glaucoma, casi pierdo la visión. Por nueve años financié mi tratamiento con recursos propios. En 2014 me liquidó la organización donde laboraba. Eso me obligó a acudir al IESS; cada tres o seis meses me chequeaban y recetaban Timolol gotas para mi presión ocular, hasta 2017, en que una especialista venezolana del IESS me dijo que el Timolol no me estaba ayudando en nada y que mejor comprara gotas Xegrex”. Conseguí trabajo a cinco meses de mi liquidación, con mejor remuneración y financié las nuevas gotas, que en promedio, desde 2014 a la fecha, me consumen $ 35 quincenales. Con ellas he evolucionado positivamente. Por los aportes de mis últimos 15 años, que promedian un ingreso mensual superior al tope de la pensión jubilar, recibo el máximo de pensión jubilar. Mas resulta que encontré una nueva ocupación; por transparencia me afilié al IESS, pero a algún genio político o burócrata se le ocurrió que si un jubilado vuelve a trabajar se le debe restar 40% de su pensión. El actual gobierno forma una comisión para reformar al IESS. Los resultados: aumentar años de aportes, entre otros. ¿Por qué trabajadores y jubilados debemos cargar con la irresponsabilidad de gobiernos y funcionarios corruptos que han puesto al borde de la quiebra al IESS? ¿Por qué a los jubilados que podemos optar por un trabajo nos reducen 40% de la pensión jubilar, pero a los que mal han administrado y administran al IESS no hay ley que los castigue? Ellos tienen jubilaciones de lujo, derrochan los dineros mal habidos. La comisión lassista pretende cargar sobre trabajadores y jubilados la pésima administración de quienes no nos han representado ni representan. Los directivos actuales del IESS premian a un sector empresarial, dándole más tiempo para cancelar lo que ya descontaron de los sueldos a sus trabajadores y no entregaron al IESS, una virtual estafa. Y un alto funcionario pretende gastar cerca de $ 4 millones en un contrato porque el IESS “no tiene personal” en el área financiera. Este país premia la deshonestidad. El caso que presento es uno, ¿cuantos más existirán cuyo denominador común es la burla del IESS? Pero hay que seguir aportando a un seguro social que esquilma a muchos para que unos cuantos vivarachos vivan como reyes.

Orlando A. Murillo Carvache