Sacrificios humanos a pelotazos
De ahí que en la antes tan religiosa Bilbao se creara la Catedral del fútbol, el nacionalismo catalán se forjara junto al Barça, etc.
Los amos del mundo necesitaban con urgencia un nuevo sistema encantador que les permitiera seguir mandando y exprimiendo a sus pueblos, antes convencidos de que su resignación ante ellos sería después muy recompensada o su rebelión ferozmente castigada en un más allá. Porque al no encontrar esos lugares póstumos ni con los telescopios más potentes y haber cada día menos creyentes, se han visto obligados a sustituir el fabuloso Olimpo por Olimpiadas, en las que los sometidos luchan entre sí, si no ya con guerras, ruinosas también para el sistema, con distintos espectáculos deportivos, entre los que con frecuencia han destacado las pelotas, grandes o pequeñas, como ahora el fútbol. De ahí que en la antes tan religiosa Bilbao se creara la Catedral del fútbol, el nacionalismo catalán se forjara junto al Barça, etc. Como acaba de recordar Iñaki Gabilondo: “Si no hubiera fútbol, nos habríamos refugiado en alguna otra religión”. Claro que el llegar a excesos como el sacrificar por hacer varios estadios de campeonato a más de seis mil trabajadores, como acaba de hacer Qatar, junto a otras infames rupturas suyas de los derechos humanos, están sirviendo para abrir los ojos de muchos de sus hasta ahora adoradores fanáticos, para poner las cosas en su sitio y arruinar a la mafia de la FIFA y a otros dirigentes corruptos de esta nueva iglesia laica.
Martín Sagrera Capdevila