Abelardo García: El yo y el nosotros
La enseñanza se da cuando el yo renuncia en beneficio del nosotros
Una vez más desde los Estados Unidos de América nos llega una señal, una actitud que nos enseña y alumbra caminos para el cambio.
Como otrora se nos invitó a perseguir la llama de la libertad y después a dignificar al hombre con sus derechos, hoy se nos invita a reflexionar en el nosotros, en el bien común, en el servicio a la nación.
Esa lección y análisis debemos realizar a partir de la renuncia del presidente Biden a su reelección.
Ya sea por realidades para nosotros desconocidas o por la percepción generada, fue empujado el demócrata a dar ese paso que entre nosotros no es usual, pues nadie se atreve a cuestionar a su paladín o peor, este se muestra impermeable a sugerencias y continúa haciendo y deshaciendo de su partido y sus decisiones, desde su torre de marfil o desde el extranjero.
La enseñanza se da cuando el yo renuncia en beneficio del nosotros, reconociendo que por sobre el individuo esta la sociedad, el partido, la nación, etc., y esto debemos pronto aprender y ejercitar para apuntalar la permanencia de la patria.
Cuando firmamos contratos colectivos leoninos porque el dinero no es nuestro, cuando hacemos fila para vivir de los recursos del Estado porque nadie supervisa o controla, cuando el concepto de público no es asumido como propio o cuando destruimos bienes y ciudades, urge trabajar en las nuevas generaciones para buscar el camino que lleva a la nación a la eficiencia, soportado por los pilares de la moral y la ética.
Debemos trabajar ahora y con celeridad en las aulas para que las semillas de lo que hablamos comiencen a cultivarse; tarea difícil porque a ratos hay que marchar contra corriente, pues para padres y estudiantes el yo del hijo o de sí mismos ha de estar por encima de todo.
Está bien trabajar en la cívica, si la entendemos como puerta al patriotismo; está mejor trabajar en el humanismo de la persona si lo entendemos como solidaridad y servicio; y está bien fortalecer al individuo siempre y cuando no se olvide de su entorno y de su nación.
Sembremos en las aulas el bien común y el entender que lo público, lo del Estado, es nuestro.