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Abelardo García Calderón | Te nos adelantas, Joyce

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Sabias lecciones dejas, y tus compañeros de camino y amigos seguiremos buscando el sueño de una mejor educación… 

Como siempre tomas la delantera, como siempre estás en la primera línea; sería lo que se me ocurre decir en este momento y desde esta columna, que sin duda sorprenderá a más de uno por el tema de hoy: ¿cómo así decir adiós a Joyce de Ginatta en una nota educativa? Tan alejada, aparentemente, de los mundos en que ella se movía.

Así, si nos atenemos a su condición de lideresa gremial, de exitosa empresaria, de mujer de recursos y carácter, poco espacio habría para ella en esta nota. Pero hay una verdad, acaso no por todos conocida, que era su gran preocupación y dedicación de tiempo personal por la educación ecuatoriana. Clarísimo tenía que, sin educación, no hay desarrollo posible.

Así multiplicó sus esfuerzos para llegar a ministros de la cartera educativa y a los distintos gobernantes de cada época, para entregar criterios, sugerencias, expectativas y necesidades. Trabajó desde la dirigencia indígena hasta con la Presidencia de la República, por buscar caminos para formar a los ecuatorianos.

Cuando allá ejercía la presidencia de la Cámara de la Pequeña Industria y me honró con la comisión asesora de educación, tuvimos la oportunidad, más allá del cariño personal, de compartir el entusiasmo, casi la vehemencia, por la educación. Multiplicidad de foros sobre el educar, encuentros de todo tipo y citas con ministros de turno tuvo cada vez que creyó necesario dejar claro su pensamiento dentro de lo educacional, como lo hacía en otros campos de su quehacer.

Apasionada por la educación dual, que fusiona formación y trabajo, atenta siempre a la tecnología educativa y su uso, permanentemente preocupada por la transmisión de valores y principios cívicos y patrios, así la recuerdo en nuestras largas conversaciones y luchas compartidas. Fue mujer de coraje que, sin rótulos de exacerbado feminismo se abrió paso en el mundo machista del empresariado, dejando así también una clara y buena enseñanza en la mujer ecuatoriana.

Buenas y sabias lecciones dejas, y tus compañeros de camino y amigos, seguiremos buscando el sueño de una mejor educación para los más necesitados.