Abelardo García Calderón: “Se contradice, director”

Tengamos claro que de nada sirve la prohibición si no hay un eco familiar y social que la acompañe
Siempre, en cada grupo, existe el personaje acucioso que está a la caza de aciertos y dislates para realizar alguna acotación.
Así, luego de nuestra nota sobre los celulares, uno de nuestros colaboradores descubría una contradicción, pues, mientras a nivel interno favorecemos todo cuanto es tecnología, programación, robótica e inteligencia artificial, emitíamos ese comentario sobre la inconveniencia del celular en manos de niños y adolescentes.
Le recordé entonces el último párrafo de esa nota, pues el problema no es el móvil, sino el abuso y la utilización indiscriminada que de él se hace en manos inexpertas y poco maduras.
Si fuese siempre para uso pedagógico, sería bienvenido, pero el uso del celular que hacen los estudiantes no resulta ser siempre el más conveniente. En ocasiones, con audífonos inalámbricos están en otro mundo que no es la clase; en otros momentos, chatean y conversan con quienes deben y no, y en otros resulta ser el salvavidas frente a una lección o examen no bien estudiados, para que papá o mamá vengan al rescate.
Así es: si fuésemos razonables, respetuosos, juiciosos; si indicáramos a nuestros hijos cuándo sí y cuándo no se debe hacer algo; si asumiéramos roles claros, la presencia del celular no molestaría. Pero, al ser un distractor tan fuerte, tan dominante, y sedentarista, tan aislante del mundo y el entorno, su presencia en manos poco experimentadas no es grata.
Evitar problemas visuales, problemas adictivos, riesgos innecesarios, como acosos o problemas sociales, y apostar a un desarrollo corporal adecuado, es el reto a conquistar.
Recordemos que ningún exceso es bueno.
Eliminar todos los textos y cuadernos para reemplazarlos solo con pantallas es tan malo como no utilizar para nada la tecnología que está al alcance de niños y jóvenes en el mundo en que crecen.
Como siempre, el equilibrio manda en la educación, y tengamos claro que de nada sirve la prohibición si no hay un eco familiar y social que la acompañe: cortar el uso nocturno del celular, horarios y bloqueos, sin duda ayudarán.