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Abelardo García: ¿Coincidencia? ¿Convergencia?

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No nos permitamos opciones que nos destruyan, dejando a nuestra gente en la indefensión intelectual y moral

Hace días conversaba con un amigo párroco de una de nuestras barriadas populares, obviamente con graves problemas económicos y con toda la problemática social que hoy se presenta. Me decía él que uno de sus feligreses, docente fiscal, fue interceptado una mañana yendo a su colegio, por alguien que le entregó un sobre para las autoridades del plantel.

Al llegar cumplió, y grande fue la sorpresa al encontrar en él la lista de los profesores del centro con datos de identidad y localización, con nombres y referencias de sus familiares y rematando con un velado aviso: “sabemos quiénes son, donde están”, “Ningún alumno pierde el año”.

Oír esto y conectar con la disposición ministerial que ordena lo mismo para la educación básica fue un relámpago, y nos extrañó la coincidencia de pedidos nacida en dos estratos tan dispares de nuestro convivir, a más de que ya generábamos una sospecha por cuanto la televisión argentina también informaba que allá se discutían disposiciones similares, lo que nos hace pensar en una corriente que, como otras tantas, recorre América, como otrora fue aquella que eliminó los normales.

La pregunta surge y cae por su peso: ¿a quién le interesa que los niños y jóvenes, tanto ecuatorianos como latinoamericanos, no se preparen y se eduquen adecuadamente? ¿Quién o quienes necesitan que las nuevas generaciones no piensen, no analicen, ni critiquen o resuelvan, sino que simplemente aborregadas se dejen llevar hacia ideas y adicciones? ¿Quiénes manejan los hilos para que desde distintos ángulos se empuje en la misma dirección?

Debemos pensar y revisar las decisiones que tomamos como Estado para no seguir corrientes noveleras y no hipotecar el bien más importante que se tiene: niñez y juventud.

Es imperioso que trabajemos en desarrollar a plenitud las inteligencias del niño y adolescente, de despertar en ellos la creatividad, permitiéndoles crecer en escuelas en las que, valores cívicos, sociales y espirituales estén presentes.

No nos permitamos opciones que nos destruyan, dejando a nuestra gente en la indefensión intelectual y moral.