Abelardo García: Cosas curiosas
Obviamente, la ansiedad de muchos padres jugó malas pasadas, y en su estado de mucho temor, casi pánico, presionaban
En el intento de bajar el tono de las preocupaciones y tensiones, y esperando provocar una sonrisa, queremos comentar cosas que ocurren dentro de los colegios y que se dan por cambios de opinión de las familias, sin contemplar que casa adentro provocan choques con normativas, disposiciones o tipos de pruebas.
Al final del año lectivo el dilema era entre la presencialidad y la virtualidad y todos exigían, según sus intereses, una u otra, pensando que atenderlas significa lo mismo y ciertamente no es así.
Obviamente, la ansiedad de muchos padres jugó malas pasadas, y en su estado de mucho temor, casi pánico, presionaban y exigían ser atendidos de acuerdo a su necesidad, sin importar modalidad ni disposiciones del ministerio.
Así, exacerbando temores, sobredimensionando situaciones, pedían la virtualidad, pero como no querían afectar solo a sus hijos, motivaban a otros para que, contagiados por los sobresaltos, las noticias falsas y los temores mal manejados, se sumen y sean varios los que faltasen a clases presenciales.
A más de esa primera razón, en ciertas instituciones pudo establecerse que la gran mayoría de padres que pedían la no presencialidad eran los deudores de la institución, quienes equivocadamente pensaban que si su hijo no asistía no pagarían el mes, olvidando que diez son las cuotas del año lectivo que de todos modos deben cancelarse por contrato; más se jugaban el albur.
En otros casos, buena parte de quienes pedían lo mismo para poder dar exámenes desde sus casas eran los padres de aquellos alumnos que estaban mal en notas, pensando que desde el hogar sería más fácil ayudarles en las respuestas o hacerles ellos los trabajos y pruebas, como sucedió en la pandemia; a más de los adolescentes vivaces que sabiendo que con el chat GPT tendrían un buen auxiliar al lado.
A esos grupos, en algunos casos, se sumaron otros alumnos que por ocio ya no querían concurrir a clases y generaban rumores y sustos entre los padres para que sus “pobrecitos vástagos” no vayan a las clases finales y a la evaluación.
Así, fue el telón de fondo del cierre de año.