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Abelardo García: Un currículo rural

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Cuando de formar a las gentes de nuestra ruralidad se trata, lo hemos hecho con sesgos citadinos, de espaldas al campo

Negar la vocación agrícola de nuestro país sería intentar tapar el sol con un dedo. Desde tiempos inmemoriales, pasando luego durante el siglo XX; desde la balsa al cacao, luego al banano, flores, etc., el Ecuador siempre ha estado ligado a la producción de la tierra. La acuacultura y sus piscinas, la avicultura y su destino exportador nos hablan de aquello.

Cuando de formar a las gentes de nuestra ruralidad se trata, lo hemos hecho con sesgos citadinos, de espaldas al campo, de espalda a todo aquello que sin duda ha sido y es fuente de la riqueza nacional.

Educamos para la universidad y para la universidad liberal; por ello, hoy nos preguntamos: ¿por qué no generar un currículo rural?.

Sería interesante, como en otros países ocurre, que los niños y jóvenes se aferren y se afinquen a su tierra, pero claro, para ello tienen que aprender a amarla, a valorarla, sin sentirse menos por esto y añorando la vida agitada y muchas veces hostil de la gran ciudad.

Un currículo que enseñe el cuidado de la tierra, el trabajo del suelo y sus necesidades, la elaboración de mejores abonos y tipos de siembra, en fin, a cultivar modernamente rompiendo la cadena de repetición que ya desde los ancestros se sostiene.

Cuando en muchas áreas de nuestra serranía aún se siembra y se cultiva como en épocas precolombinas, cuando ignoramos la tecnología y su apoyo para la siembra, el cultivo y la cosecha, cuando la atención pecuaria en muchos casos es limitada y a la criolla, conviene pensar en la necesidad de generar estudios que eleven el nivel de conciencia en nuestra ruralidad y que desarrollen una inteligencia capaz de enfrentar los retos que la necesidad de alimentación mundial pronto presentará.

Para progresar en nuestros campos es necesario despertar en sus gentes el amor y la pasión por la tierra, la entrega exigente que ese trabajo demanda y descubrir la importancia de formarse y progresar cada vez más en el estudio de sus cuidados que a su vez eleven el nivel de los logros productivos.

Por ello, aunque parezca inusual o disparatado, creemos bueno pensar en un currículo rural.