Abelardo García: Disposiciones que enemistan

Corrijamos la normativa y devolvamos la paz a las aulas
Hemos dicho en varias ocasiones que el acto educativo, el hecho de enseñar y aprender, es una realización humana, pues resume el encuentro de varias personas: alumnos, padres, profesores y la conjunción de inteligencias que deberían estar enfocadas en un mismo fin: la construcción de un buen ser humano.
A nadie escapa que para conseguir lo antes dicho se requiere de un ambiente armónico de paz, de concordancia; un ambiente en el que la empatía fluya y el aprecio, si no el cariño, estén presentes. Sin embargo de esto, en la práctica hay disposiciones que parecerían buscar lo contrario: buscar la enemistad entre padres de familia o entre estos y las instituciones. Por ejemplo, cuando a través de redes sociales unos estudiantes agreden y mortifican a un compañero, y el padre de familia lo comenta en el colegio para pedir consejo, apoyo o sanciones; la norma con la que trabajan los distritos escolares obliga a la institución a denunciar el hecho ante Fiscalía -lo que nos parece un disparate-, ante el Consejo Cantonal de la Niñez; por supuesto también ante el Distrito Escolar y el Ministerio de Salud, convirtiendo de esta forma a la institución educativa en enemiga del padre de familia al que denuncia, rompiéndose así el ambiente buscado.
Obviamente, los padres del perjudicado también pueden hacer la denuncia, y entonces se provocan distanciamientos, confrontación y demandas entre familias que tienen a sus hijos en una misma clase, motivando un ambiente hostil, porque obviamente cada quien atraerá a otros padres a tomar partido por su causa y, por supuesto, después de unos días los jovencitos vuelven a ser tan amigos como siempre, mientras que los padres quedan enojados, distanciados, resentidos.
Los hechos escolares son los que se producen en la escuela, y los choques entre niños y adolescentes deben ser considerados como actos indisciplinarios y no como delitos, cuyo tratamiento se complica con la judicialización absurda en la que hemos caído.
Corrijamos la normativa y devolvamos la paz a las aulas, dejando la justicia escolar en manos de las autoridades institucionales.