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Abelardo García: Es más grave, señora ministra

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La institución educativa, ya sea pública o privada, desvalorizada en su autoridad, dejó de ser el templo del saber

Hace pocos días, nuestra ministra de Educación, al analizar la problemática educativa y mientras la presentaba a algunos miembros de un interesante panel, decía que aspiraba a que la familia sea nuevamente considerada dentro del proceso educativo, pues esta había sido deslindada de aquello.

Es verdad, la familia actual, ya sea porque ambos progenitores llevan una vida profesional, de emprendimiento o empleo, o porque no dan la debida importancia ni reconocen el mérito de la educación, o porque están con complicaciones u otras actividades, se ha ido retirando del acompañamiento de sus hijos en el hecho de aprender.

Pero más allá de ello, y es en este punto en el que quisiera llamar la atención de nuestra primera autoridad educativa, la familia ha sido llevada no solo a distanciarse sino a ser contradictora y hasta opositora de la escuela y de los profesores, que antes de ser vistos como buenos asociados, se volvieron solo servidores y personajes a menospreciar.

Convertir al educador en un simple servidor público, hacerlo parecer como interesado solo en el dinero, revestido por cierto quemeimportismo y desidia, no ha sido bueno para nuestro universo educacional.

Al profesor se lo tiene como enemigo, como verdugo, como maltratante del niño y del adolescente, y por lo tanto no se reconoce ningún mérito a sus acciones formativas, a sus correctivos, a sus enseñanzas.

La institución educativa, ya sea pública o privada, desvalorizada en su autoridad, dejó de ser el templo del saber y hoy se la tiene solo como transmisora de conocimiento y, según el caso, buena o mala, siempre y cuando ‘a mi hijo le den o no, toda la razón, la prerrogativa y los reconocimientos por encima de los otros’.

Por eso decimos, señora ministra, que la familia no fue deslindada sino más bien que desde el Gobierno a través de discursos, mensajes, normas, juicios, y enmascarados derechos, fue orillada a enemistarse con la educación y sus procesos.

A usted le toca revertir la situación. Ojalá que lo consiga por el bien de todos, pues la familia debe volver a ser apoyo de la escuela.