Abelardo García: “Para más de que jueguen”

Hace tiempo que el jardín dejó de ser solamente un espacio puramente lúdico para convertirse en un ‘enseñar jugando’
En ese afán permanente de escuchar a las gentes en general y a quienes tenemos a nuestro alrededor, oímos hace pocas semanas a una abuelita que, conversando con su hija, le decía sobre el interés de ella para llevar a su pequeña a un jardín de infantes: “Para más de que jueguen, mándala a cualquier lado”. Obviamente, nos sonreímos y claramente vimos cómo aún no se establece en el imaginario familiar la enseñanza preescolar.
Que esa idea se hubiese expresado allá por los 50 o 60 del siglo pasado, a lo mejor no nos hubiera sorprendido tanto; pero ahora, con un cuarto de siglo XXI transcurrido y todo lo que se conoce sobre el desarrollo de la inteligencia, sí duele y estremece que la comunidad en general no haya descubierto la importancia del jardín de infantes y su ejercicio formativo de la personalidad humana.
Hace tiempo que el jardín dejó de ser solamente un espacio puramente lúdico para convertirse en un ‘enseñar jugando’. Hace tiempo que ya no es solo el espacio al que se va a socializar y a conocer al otro; hoy, las ludotecas y los clubes pueden encargarse perfectamente de eso.
Al jardín hoy se va para comenzar a estructurar una personalidad, para despertar y estimular el desarrollo intelectual y sus potencialidades, y para iniciar los procesos de crecimiento que implican autorreconocimiento, relación con los demás, autocontrol, encuentro con los procesos autonómicos y despertar al manejo de afectos y emociones en un mundo de valores, principios, encuentro con el entorno, la naturaleza y el espacio.
Por tanto, a quienes piensan que los niños solo van a la educación inicial para jugar y pasar el tiempo, para dejar a las mamás tranquilas o para que no se aburran y molesten en casa, les invitamos a asomarse al mundo que hoy ofrece la formación preescolar. Sin embargo, es importante tener claro a quién y a dónde enviamos a los niños, a fin de garantizarnos que se inicie con ello un claro y consistente proceso educativo en manos de expertos y bajo procesos claros que respeten el momento evolutivo y estimulen pedagógica y didácticamente esas inteligencias a despertar.