Abelardo García: Medio lleno/medio vacío
Dejemos a nuestros alumnos reconocerse como agentes de cambio, capaces de convertir en virtuoso un círculo vicioso
Dicen los entendidos en el estudio de la personalidad humana, y los que no lo son tanto, que de la percepción que nos deja el ver un vaso a medio llenar se puede conjeturar el tipo de ser humano que somos; pues, según los casos, alguien dirá que lo ve medio lleno y otro medio vacío. Así se revelaría el optimismo o el pesimismo, como la proactividad o la reactividad.
Traemos el asunto a colación porque entre las cosas que debemos cambiar en la forma de educar a los niños y adolescentes ecuatorianos se halla el trabajar con fuerza en su autoestima, en su reconocimiento como persona humana con valores y principios, que son condiciones básicas para desenvolverse autónomamente.
Reconocerse capaz, libre y bueno resulta indispensable para trabajar en ciudadanía positiva, solidaridad y libertad de gestión.
Cuando enseñamos desde el pesimismo, desde el dolor y la amargura, desde el resentimiento, estamos ya bloqueando pensamientos altruistas, objetivos y ciertos. Por ello, resulta vital el que trabajemos en el optimismo, en la esperanza, en las expectativas de cambio.
Si lo genético nos marca y signa por herencia nuestro 30 % de condición humana, es claro que el otro 70 % está en la opción que tenemos cada uno de nosotros para construirnos como los seres humanos que deseamos ser.
Dejemos a nuestros alumnos reconocerse como agentes de cambio, capaces de convertir en virtuoso un círculo vicioso. No estamos como personas condicionadas a repetir los errores de nuestros padres, de otras generaciones, de nuestros antecesores, familiares, políticos o históricos; tenemos en cada momento la oportunidad de generar con claros objetivos nuevas opciones, nuevas metas, nuevas aspiraciones para cambiar nuestras vidas y la de la sociedad.
Fortalezcamos pues el trabajo docente con la mirada puesta en el vaso medio lleno; hagamos que nuestros alumnos surjan con ansias de progreso, de realizar con ellos mismos el milagro que buscan hacer si se van a otros países, a otras culturas, a otras latitudes que no siempre los acogen ni son el Dorado que anhelaban.