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Abelardo García | Paz: se busca. ¿Dónde está?

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Queremos paz, generemos seres humanos de paz, hijos y alumnos de paz

Es curioso cómo el ser humano se llena de discursos y se autoconvence de que hay necesidades universales, legítimas y morales, y sin embargo a la hora de la realidad, de las prácticas, de las conciliaciones y consensos no actúa, al menos no franca ni abiertamente, dejándose llevar simplemente por justificativos que dejan a un lado las urgencias, en este caso, las de paz.

En efecto, desde atriles y curules, desde púlpitos y altares, se pide, se clama por la paz. Se expresa que la necesitamos y que es vital para una sana convivencia de los seres humanos, pero hoy, como en tantos otros momentos de la historia de la humanidad, las guerras y conflictos están por doquier, llámense como se llamen, reivindicándose y justificándose para encontrar motivos y razones para plantar pendones y esgrimir las armas.

Y es que casi siempre nos olvidamos de que los valores en general, y cada uno de ellos en particular, no son descubrimientos que se aparecen de repente y que caen del cielo, que tampoco son metas y banderines a los que llegar para que nos coronen de laureles y nos aplaudan.

Los valores, los principios, se viven y construyen en la inteligencia, la voluntad y el corazón humano.

Queremos paz, generemos seres humanos de paz, hijos y alumnos de paz, mas no lo conseguiremos solo con el discurso y la recitación de textos líricos, místicos y formativos, sino generando espacios en los que esa paz sea palpable, en que con el ejemplo los alumnos contribuyan a provocar armonía, respeto y consideraciones, pues es claro e importante determinar que la paz surge del interior.

En ocasiones la naturaleza y la misma creación humana nos sorprenden. Un cielo estrellado, una noche de luna iluminando nuestros volcanes en la serranía, una caída de sol, un paisaje de mar, el mirar una obra de arte y extasiarse en las líneas casi perfectas de una arquitectura singular, o escuchar una maravillosa melodía, pueden generarnos momentos de sosiego y tranquilidad, mas no olvidemos que la paz verdadera surge del interior de la persona humana.

Eduquemos a generaciones en la verdadera paz.