Abelardo García: ¿Profesión de riesgo?
La judicialización, la incapacidad de actuar en el momento de la falta, el despojar al educador de autoridad, ha fracasado
Hace pocos días, una noticia se deslizaba en los medios de comunicación y acaso, sin mucha relevancia, nos trasmitía que en un transporte de servicio público un educador era abaleado por sus propios alumnos. El pecado, haberles llamado la atención y advertirles con transmitir al DECE su mal comportamiento.
Sin duda, aquellos que entregaron los colegios, aquellos que restaron autoridad a profesores y directivos, aquellos que judicializaron problemas disciplinarios, estarán felices cosechando lo que sembraron, pues, que no nos digan que no sabían a dónde iban a llegar las cosas tratándose de nuestra cultura, de nuestra gente, de nuestros procederes.
Sin respeto, sin marco disciplinario, sin autoridad, no es posible generar un ambiente educativo.
Cuando hablamos de autoridad no hablamos de miedo, cuando hablamos de marco disciplinario, hablamos de la necesidad urgente de normas y reglas claras que sean respetadas y cultivadas por todos los miembros de la comunidad educativa.
Cuando hablamos de procederes, hablamos de nuestro estilo de vida cada vez más altanero y dispuesto a sacar ventaja si la cancha no está bien trazada, si las reglas no están suficientemente claras.
Rescatemos la educación, rescatemos el prestigio de ser educador, rescatemos y generemos modelos para que el liderazgo magisteril florezca en el aula entre la consideración, la admiración y el respeto de sus alumnos; no podemos concebir al educador como un profesional que arriesgue su vida por sacar adelante su vocación.
Seleccionando adecuados maestros, entendiendo que educar es más que sembrar conocimientos, convenciendo a las familias de que sus educadores no son sus enemigos sino sus asociados en la finalidad de sacar adelante a sus hijos, organicemos un nuevo sistema educativo, capaz de preparar niños y jóvenes para los tiempos que les esperan.
La inimputabilidad, la judicialización, la incapacidad de actuar en el momento de la falta, el despojar al educador de autoridad, ha fracasado. Debemos enmendar y corregir de inmediato el equívoco.