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Abelardo García: Reflexiones sobre el Niño

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Dejar para después, dejar para mañana, resulta ser peligroso, pues el ser humano es una sola persona que evoluciona

Por supuesto que no vamos a dedicar esta nota al fenómeno climático que nos ha agobiado en los últimos meses. Vamos a volcar nuestra mirada hoy, cuando recordamos entre nosotros, el Día del Niño, a esos otros maravillosos “fenomenitos” en los que, sin duda, tenemos puestas todas nuestras esperanzas, expectativas y ambiciones.

Una mirada chispeante y alegre, una sonrisa franca y abierta, unas manos que se ofrecen con cariño y entusiasmo, una pregunta a veces disparatada, un correr desaprensivo, una inteligencia fresca en la que trabajar, una memoria de esponja y una imaginación vibrante y enorme; eso es un niño. Aunque la Real Academia Española (RAE), de manera más concreta y objetiva, lo describe como aquel “que está en la niñez”.

En todo caso, estamos en su día universal y resulta buen momento para reflexionar sobre esos niños que tenemos en nuestras manos y para los que deseamos lo mejor, a veces, sin aportar lo que nos corresponde, lo que nos toca como adultos acompañantes, ya sea en nuestros roles de padres, abuelos o educadores. Y esto debe preocuparnos porque todos esos que hoy dan que hablar, por corrupción, violencia y adicciones, también en la primera etapa de sus vidas fueron niños.

Debemos considerar que al ser cada uno de ellos uno, único e irrepetible, nos invita a atender no solo sus necesidades básicas sino también las anímicas, emocionales y psicológicas, las que tienen que ver con la formación de su carácter, de su voluntad, de sus sentimientos. No vamos por la vida diciéndole a Dios: “!Toma Señor! te devuelvo el modelo de cuatro, dame el de cinco”, o “te entrego el de 14 y dame el de 15”, pues es la misma persona en la que vamos construyendo todo aquello que hemos dicho.

Dejar para después, dejar para mañana, resulta ser peligroso, pues el ser humano es una sola persona que evoluciona y en la que se construye, por parte de los padres, la educación y la cultura, el individuo que deseamos obtener.

Buenos hijos, buenos padres, buenos ciudadanos, en nuestras manos está el construirlos, desde el niño que hoy tenemos junto a nosotros.