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Abelardo García: Respeto y dignidad

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Que el aula regular sea un buen ambiente para que esto se dé nos genera dudas, sobre todo en edades complejas y crueles

Cuando exponíamos sobre la atención educativa a niños con necesidades especiales, reiteramos varias veces la necesidad de una atención en respeto y dignidad, pues obviamente esto lo demanda no solo el hecho de educar, sino las singularidades que ameritan tratamientos específicos y especiales.

Que el aula regular sea un buen ambiente para que esto se dé nos genera dudas, sobre todo en edades complejas y crueles, en que los pequeños, por buscar liderazgo o por simplemente evolucionar, cruzan etapas a ratos duras y de comportamientos complejos, compitiendo, haciendo al margen al otro, o cayendo también en trato fuerte por provocación, mando o burla.

Que los niños con necesidades especiales necesitan socializar y conectarse, nadie lo niega; pero esto podría propiciarse solo en determinados espacios y momentos en planteles de educación regular, sin exponerlos a la discriminación en el aula o al trato injusto por las facilidades que puedan otorgárseles. Los compañeros no tienen sentimientos de odio cuando toman ciertas actitudes; las hacen en su inconsciencia o en su respuesta evolutiva para conseguir su propio espacio y marcar su liderazgo.

Ya el Ministerio de Salud puede servir de modelo como política a utilizarse, pues es claro que no deriva un caso de cirugía cardíaca al Instituto de Neurociencias o un caso de trauma a la Maternidad del Guasmo. Por ello se debe fomentar, insistimos, la creación y sostenimiento de instituciones inclusivas o especiales, ya sea en el campo público o privado, dotándolas además de todas las exigencias de infraestructura y tecnología, del personal capacitado y profesionalizado en las distintas áreas que se atiendan, para brindar todos los soportes necesarios a profesores y padres.

Quienes sabemos de crecer con discapacidad tenemos claros que, en ocasiones, incluso los compañeros o amigos más cercanos, sea por presión de grupo o inconsciencia, caen en el trato duro, lo que a muchos, por no parecer de menos o distintos, los lleva, aunque parezca mentira, hasta lo ilegal o inmoral por demostrar que también pueden competir con todos.