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Abelardo García: ¿Será la vencida?

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Lo que cuenta más que la denominación de materias, son los contenidos que trasladamos a los estudiantes

Dice el argot popular que a la tercera ya se dan las cosas, esperemos que en esta ocasión así sea, para retomar humanismo en el currículo nacional.

Tanto la exministra Brown, como en su momento, el exministro Calderón, anunciaron la recuperación de las asignaturas de Cívica, Lugar natal, Lógica, etc., para fortalecer el crecimiento formativo de los estudiantes. Hoy la ministra Crespo repite por tercera vez el anuncio, al cual damos la bienvenida.

También el mismo lenguaje popular recoge aquello de que ‘no es cuestión de soplar y hacer botellas’, y esto es bueno que lo recordemos para aquellos que piensan que la pura incorporación de las asignaturas ya cambia realidades. Recordemos que hay muchísimas generaciones que se graduaron sin esa formación, consideremos que hay otras que están a pocos años de concluir sus estudios y que, obviamente, algunas cosas tan solo las recibirán a medias, más allá de otras consideraciones que luego comentaremos.

Que las asignaturas se recuperen es buena noticia, pero vale preguntar: ¿cuál será el currículo?, ¿quién se encargará de la programación?, porque lo que cuenta más que la denominación de materias son los contenidos que trasladamos a los estudiantes dentro de esas asignaturas, que deberán estar ligados a un crecimiento en valores y principios que no siempre coinciden con las tentaciones ideológicas o con los sesgos generacionales existentes.

Mas el problema de contenidos no es la única expectativa a colmar; sin educadores que sepan lo que van a enseñar, que cumplan y practiquen con el ejemplo lo que predican, sin profesores respetuosos que no manipulen conciencias ni exacerben resentimientos, tampoco habrá buenos resultados.

Recordemos también que la educación es una promesa a largo plazo, que sus frutos se observan después de que los primeros en insertarse en cada proyecto se gradúen, y que entonces hay que pensar cómo trabajar con los otros que son parte de una sociedad descreída, muy liberada de principios y que pone por delante las temporalidades de éxito ante lo trascendental y las realizaciones; para ellos la disuasión.