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Abelardo García: ¿De qué trascendencia hablamos?

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Para el educador ha de ser significativo sino vital, que el estudiante recuerde de él una respuesta, una sugerencia, una idea

Cuando ya hace algunas notas comentábamos que como objetivo profesoral debe ubicarse el trascender, alguien me decía de forma irónica que si esa trascendencia implicaba que a cada educador debería levantársele un monumento o tomar su nombre para asignarlo a calles y plazas. Entonces le explicaba a este buen amigo que la trascendencia que persigue o debe perseguir el profesor es otra, acaso más importante que dejar su nombre o su efigie en algún lado.

Cuando decimos que el profesor ha de trascender, nos referimos a que debe hacerlo en el alumno, en el niño o en el joven que tiene delante y en sus manos para ser formados. El educador ha de dejarse en el estudiante, y en lo que este tome o se lleve de él estará ese deseable y aspirado trascender.

Y es que para el educador ha de ser significativo, sino vital, que el estudiante recuerde de él una respuesta, una sugerencia, una idea; que agradezca un consejo y más aún, que lo recuerde como un modelo a seguir, como un ejemplo al que replicar. Profesor que logre esto habrá cumplido su misión, habrá justificado su existencia y revitalizado su vocación.

¡Ay de aquel que después de haber ejercido la cátedra pase directamente al buzón del olvido o a mezclarse entre los recuerdos nublosos que rondan a los momentos y a los seres poco importantes!, y ese puede ser el destino de aquel que instruye solo porque le pagan, alejado del entusiasmo y la pasión que implica y caracteriza al buen educar.

Trascender en la memoria del alumno, trascender en las ideas fructíferas de la inteligencia creativa, trascender en la eficiencia y honestidad del profesional, ha de ser brújula, ha de ser meta de quien en este y todos los tiempos quiere llamarse educador.

No teman profesores dejarse ir en cada uno de sus alumnos, más bien provoquen con sus actos y enseñanzas: inspiración, resiliencia y trabajo.

Que los girones del profesor abran la senda del educando y demuestren siempre el camino adecuado que culmina en la realización personal. Si el educador lo logra, justificó, sin duda, su presencia en la vida del alumno.