Premium

Abelardo García: Volvemos a hablar de límites

Avatar del Abelardo García

Ellos, los límites, ayudan a fortalecer esa estructura mental que debe estar precisa y fuertemente fundamentada

Es bueno saber que ya en Europa, aunque con timidez, se está extrañando, se está reclamando, la necesidad de establecer con claridad los límites que enmarcan y regulan las actividades de niños y adolescentes. Frente a los excesos, a las rabietas sostenidas para imponer su voluntad, ante la imposibilidad de padres y de educadores para manejar niños y adolescentes, se expresa con claridad que urge, y esto lo decimos nosotros, trazar la cancha.

En efecto, hace algunas semanas teníamos la oportunidad de escuchar a una muy importante psicóloga española que decía que era urgente parar: el “dejar hacer”, el “dejar pasar”, y aquella otra postura que nosotros agregamos: “ya cuando sea grande mejorará”. Decía ella: “hablábamos de que el límite era el cielo”, pero hoy tenemos claro que hay que cambiar y ajustar esa idea.

Sí, y es que el límite puede seguir siendo el cielo en cuanto a capacidad creativa, imaginativa y de ensoñaciones, pero para alcanzar aquello, para llegar a esos niveles, es imprescindible ir creciendo, construyéndose adecuadamente para que esa estructura mental y emocional, sea capaz de trabajar y perseguir aquello, pues los requisitos son una inteligencia abierta, una buena capacidad de respuesta, una calidad de valores y principios, una buena voluntad y emociones claramente trabajadas para dar capacidad al individuo de ser resiliente.

Los límites, es decir, aquello que permitimos o no hacer a un niño o a un jovencito en cada edad y en cada momento, no son frustrantes ni tienen por objeto ahogar una personalidad; más bien se marcan y establecen para que esta crezca robusta, clara y definida, para que ese individuo en vías de desarrollo comprenda lo que vive, los alcances de lo que hace, las consecuencias de sus actos, así como el claro manejo de sus fuerzas y capacidades.

Ellos, los límites, ayudan a fortalecer esa estructura mental que debe estar precisa y fuertemente fundamentada para permitir un crecimiento lógico, afectivo, ético, que entendemos resulta ser la expectativa de todo padre y educador.

Son indispensables para poder enfrentar la vida.