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Buena decisión

Avatar del Abelardo García

Es claro que lo del uniforme es algo circunstancial, lo de fondo es respetar la validez de una propuesta, de un modelo

Sin duda, siempre es grato, justo y bueno reconocer aquellas acciones que dejan las cosas en su sitio y que hablan bien de las personas que las disponen. Con esto nos referimos a una de las últimas circulares de la señora ministra de Educación, que remite el uso de uniformes y la imagen personal a los códigos de convivencia de las instituciones, haciendo que sean estos, al amparo de la legislación superior, los que rijan y dispongan para cada unidad educativa las normativas correspondientes.

Más allá de que sea una rectificación o no, lo que ya hablaría de un sano ejercicio de la autoridad, es resaltable el hecho de dejar a las instituciones en libertad para que sean su visión, su misión, su propuesta formativa las que se apliquen en cada caso, pues eso recogen los códigos de convivencia que son la carta fundamental de cada centro y que se construyen en consenso con la comunidad y nos hablan de identidad, libertad de propuesta y diversidad de la oferta.

Es claro que lo del uniforme es algo circunstancial, lo de fondo es respetar la validez de una propuesta, de un modelo, que para conseguir sus objetivos obviamente necesita estipular con claridad sus requisitos y necesidades. Lo malo está en pretender que todos hagan todo de manera igual y semejante; lo bueno es permitir y aceptar la diversidad de propuestas ante las que el padre de familia deberá elegir.

Nos hemos acostumbrado los ecuatorianos a pretender que los demás se ajusten a nuestra conveniencia, que sean las instituciones, la autoridad y los otros, los que se inclinen obsecuentemente a nuestros pedidos; es decir, quiero que mi hijo estudie ahí pero con mis reglas, mis condiciones, mis apetencias: “es el colegio el que tiene que cambiar y no yo al momento de seleccionarlo”. De ahí que sea bueno favorecer la diversidad de propuestas que garanticen la libertad de elección.

Volviendo al asunto uniformes; hay desde aquellos planteles que no los exigen hasta aquellos que son muy formales y puntillosos en detalles, pero ya está en el padre al elegir lo que elige, el deber de cumplir con aquello que su selección le exige.