Un ‘crimen’ llamado educación
Sería un ‘crimen’ si dejásemos al estudiante paralizado como un ser pasivo al que enterramos en conocimientos...
No hay cómo negarlo. Cuando hace días una querida prima nos compartía un documental cuyo título es el que tomamos para esta nota, el impacto fue fuerte, nos conmovió, nos quitó piso, y decidimos iniciar la aventura de observarlo sin prejuicios y sin permitirnos el bloqueo del sesgo profesional.
Cuando nos adentramos en el audiovisual pudimos respirar mejor, pues de alguna manera se expresaba aquello que en repetidos encuentros profesorales se manifiesta: el hecho educativo llevado sin respeto, sin adecuación a los tiempos, sin reconocimiento de las necesidades de la vida futura del alumno que hoy atendemos en nuestras aulas, puede convertirse en un riesgo, en una desenfocada experiencia o en manipulación.
Es necesario estar claros acerca de que los tiempos cambiaron, de que la cultura occidental se renueva constantemente al impulso del progreso de las ciencias y los avances de las tecnologías. La educación por tanto, no puede ni debe quedar atrás; si bien no debe cambiar por cambiar, o porque algo está de moda, o por no hacerse problemas, está llamada a adaptarse a las necesidades socioculturales de los tiempos.
Sin renunciar a los principios fundamentales ni a los valores intrínsecos de la persona humana, o a la identidad, el hecho educativo ha de responder a la interacción, a la clase participativa, a la búsqueda de la verdad por descubrimiento, al asombro y la constante pregunta, favoreciendo a cada paso la construcción de la inteligencia.
Hoy la educación sería un ‘crimen’ si irrespeta la libertad de conciencia, si manipula o adoctrina la mente del alumno al que se le imponen conocimientos o se lo envuelve con ideologías. Sería un ‘crimen’ si dejásemos al estudiante paralizado como un ser pasivo al que enterramos en conocimientos y bañamos en verdades ajenas a las que no reconoce por no haber participado en su construcción.
Hoy el estudiante es primer agente de la acción formadora. Hay que enseñarle a caminar intelectualmente por la atención, la observación, el análisis y la búsqueda de conclusiones; así la educación será liberadora, redentora, propuesta creativa.