Prepotencia y miedo

...esa combinación de miedo y prepotencia no resultan ser la mejor estructura para construir y consolidar una nación’.
Hubo un tiempo en que áureas legiones con escudos, petos y espadas, y galeas con penachos infundían miedo al entrar a las ciudades; hubo otros tiempos en los que, marchantes con el uniforme verde oliva, fusil en ristre y redondo casco, usando una u otra insignia, también atemorizaban al invadir naciones.
Es penoso que hoy en nuestros pueblos y urbes se den esas mismas sensaciones cuando lo que ven entrar es a individuos con ponchos pero capaces por la manipulación, el resentimiento y el odio en ellos sembrado, de golpear, destruir y apedrear, provocando el pánico y el horror de los citadinos. El miedo es arma poderosa y da ventaja.
Si a ese mismo miedo se le suma la prepotencia irreverente, la imposición irracional y el deseo de solo sacar ventaja, ya se ha generado un ambiente en el cual el diálogo, acercamiento o conciliación, se vuelven difíciles sino imposibles, a más de que esa combinación de miedo y prepotencia no resulta ser la mejor estructura para construir y consolidar una nación.
Si esto se da en un conglomerado cultural que por años ha recibido una educación bilingüe especial, está claro que el modelo ha fracasado, no ha causado efecto a menos que su objetivo haya sido el de sembrar vientos para cosechar tempestades y no formar hombres de bien.
Si el sentido y objeto de las ciencias sociales es dar identidad, civismo, respeto ciudadano y sentido nacional, es claro que nada ha sido conseguido; descubrimos poco sentido de ecuatorianidad en quienes hablan de sus propias naciones y su territorialidad. El Ecuador aparentemente para ellos no existe y la nación no les genera pertenencia.
La solución a largo plazo no es desgastarse más en un programa de educación bilingüe que ha servido más para lavar conciencias y dorar ponchos, que para mejorar al individuo haciéndolo capaz de crecer intelectualmente, de expresarse, de comunicarse con corrección, de manejar la información y la lengua, y de romper las cadenas de esclavitud que ahora tienen y los mantienen atados a una dirigencia que los explota, utiliza y coacciona.