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Profesión de riesgo

Avatar del Abelardo García

Ya la docencia no es una profesión añorada como para permitir que la violencia ahuyente y mate vocaciones profesionales

En esos tiempos, cuando comenzaba a perfilarse la vocación de educador, tiñéndose de sueños e ideales, y más tarde, estando ya en la carrera universitaria, o incluso cuando comenzábamos a ejercer la cátedra, nunca imaginamos que llegaríamos a escribir esta nota, con la que subrayamos lo compleja y dura que se ha vuelto la docencia, al punto de que ser profesor resulta ya un alto riesgo.

Cuando se golpea a profesores entre nosotros, cuando desde el país Vasco-Francés nos llegan noticias de que un estudiante apuñaló de gravedad a su profesora; cuando en una escuela de Florida, EE. UU., una maestra es golpeada, tirada al piso, arrastrada y sucesivamente pateada por llamar la atención a su alumno y retirarlo del videojuego.

Cuando desde Ciudad Real, España, se informa que dos alumnos y el padre de estos dieron una paliza a un profesor, tenemos no solo que alarmarnos sino alertarnos y prepararnos en acciones de prevención.

Ya la docencia no es una profesión añorada como para permitir que la violencia ahuyente y mate vocaciones profesionales, complicando el futuro de quienes necesitan educarse.

Es verdad que siempre ha habido entre nosotros alumnos castigadores de sus profesores: se bajaban llantas de vehículos parqueados a las puertas de los colegios o se rayaba capós, o se gritaba palabras ofensivas; obviamente esto nunca estuvo bien, pero hoy la violencia ha llegado a situaciones realmente intolerables y graves.

El haber dejado a los profesores sin autoridad frente al estudiantado, el haber restado posibilidad de sanciones efectivas y libres de tanto trámites y recursos que dilatan y hacer inservible la sanción, nos ha llevado en este mundo de supuestos ‘derechos’ a vivir situaciones de verdadero peligro en las instituciones educativas.

El niño o el adolescente al no sentir respeto ni por el mayor ni por el superior, al no estar formado en claros y definidos valores, al haberle sido permitido todo hasta llegar a la prepotencia, cree estar sobre el bien y sobre el mal e irrumpe por la vida llevándose por delante cuanto tenga.

Por ello debemos actuar, y actuar ¡ya!