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Vuelven las viejas mañas

Avatar del Abelardo García

El que crece sin normas vive sin normas, el que crece sin límites no se estructurará ni organizará mentalmente’.

Cuando se iniciaba el Gobierno y el Ministerio de Educación quitaba la dictadura pedagógica o mejor, ideológica, sobre los textos escolares, y cuando se habló de autonomía para las instituciones públicas y privadas, lo que sin duda contribuiría a rescatar la imagen del profesor como autoridad, pensamos que nuevas brisas soplaban sobre nuestro sistema educativo. Sin embargo, entre la poca gestión e inacción y entre textos para el nuevo reglamento y circulares, nuevamente los viejos fantasmas surgen fortalecidos.

Desde sugerir la confiscación de establecimientos hasta el desconocer los códigos de convivencia por defender los derechos de los niños y jóvenes son ya algunas las perlas que se han escapado de la planta central. Parece que a nuestros burócratas les cuesta creer que las instituciones educativas construyen su propia imagen; así es, con su filosofía, con sus carismas, con su metodología, con su disciplina y normativas, arman su propia identidad, lo que les da razón de ser, presentando al padre de familia una oferta diversa sobre la que escoger y elegir.

El pretender que los estudiantes tomen al uniforme institucional como opcional y puedan vestir las prendas que deseen, siempre y cuando no afecten el derecho del otro, atenta a la identidad institucional; el que cada quien pueda usar independientemente de su sexualidad la ropa que desea, aretes, ‘piercing’, maquillaje, tatuajes, etc., irrumpe con lo que bien pudieran ser las bases características de la oferta de una institución.

No todos tienen que permitirlo todo, bien pudiera dejarse que las instituciones elijan su línea de acción y que aquellas que lo permitan lo realicen, mientras otras no.

El que crece sin normas vive sin normas, el que crece sin límites no se estructurará ni organizará mentalmente, por ello nos parece riesgoso incluso el que se abra tanto en nombre de los derechos la opción de la ropa, etc.

Extrapolando: ¿qué haríamos con una adolescente contestataria que se presenta en bikini a tomar clases? Obviamente no atenta al derecho de nadie pero puede conmocionar el desempeño de una clase.