Premium

Alfonso Albán: Amo a mi pueblo

Avatar del Alfonso Albán

Una localidad sin propósito, sin visión y sin planificación no puede llamarse ciudad

La ciudad de Guayaquil. Hay una gran falacia en esa frase. Guayaquil está muy lejos de ser una ciudad de las grandes en el mundo. Puede serlo en el concepto literal de la palabra, pero en el fondo está a muchos años de poder compararse con otras. Creció y sigue creciendo sin rumbo. Alcaldías sin visión la han estancado, más interesadas en retener el poder local que en atender los verdaderos intereses ciudadanos y totalmente ciegas ante lo que hacen las grandes urbes, para al menos copiar las cosas buenas.

¿Es normal que se siga botando basura en fundas plásticas en la vereda o esquinas y no disponer de un sistema más eficiente y acorde a lo que es realmente una ciudad? ¿O que decenas de recicladores se paseen por las noches en triciclos, sin ninguna señal luminosa, escarbando en la basura buscando un sustento, pero también siendo un factor más del caos vehicular? ¿Es normal que Guayaquil siga creciendo en la periferia sin ninguna planificación urbana? Todo esto es común, pero no debería ser normalizado. Y así podemos seguir planteando preguntas y enumerando falencias, como la falta de agua potable en ciertos sectores o su pésima calidad.

Ningún alcalde ha tenido la visión de observar y dar solución a estos problemas. Sin embargo sí han planificado la construcción de un nuevo aeropuerto, sin priorizar la descongestión de la ya caótica vía a la costa.

Las ciudades de ahora van más allá de ser un conjunto de edificios, con un centro comercial, con cines y una avenida representativa. Una localidad sin propósito, sin visión y sin planificación no puede llamarse ciudad.

¿Por qué hablo de Guayaquil cuando las características descritas encajan en casi cualquier otra localidad del país? Porque aquí nací y aquí vivo. Me encantaría que Guayaquil se acerque un poquito a las grandes ciudades del mundo, con transporte público decente, donde se pueda caminar seguro; que sea un buen ejemplo para otras ciudades... en lo que sea. Pero no es así.

Puede que estas palabras ofendan a más de uno. Está bien. Amo a Guayaquil igual que muchos de ustedes, pero mientras no tenga una planificación, visión y propósito, está lejos de ser una verdadera ciudad.