Andrés Isch: Contra la delincuencia, un puño

Hay una coincidencia grande: queremos vivir en paz y para ello debemos mantenernos unidos y firmes
Desde hace algunos años la delincuencia es la principal preocupación de los ecuatorianos. La vimos explotar a partir de la pandemia, posiblemente alimentada por la imposibilidad que tenían los carteles de traficar drogas durante el confinamiento mundial y sumado a la crisis del fentanilo, que modificó los hábitos en los países consumidores. Ha habido una expansión de actividades delictivas del simple tráfico a otras con efectos más directos para la población, como la extorsión, tráfico de personas, chulco y sicariato.
Hay territorios donde las mafias han ocupado el espacio que abandonó durante décadas el Estado, ya sea por incapacidad o complicidad, lo que exige repensar las estrategias para enfrentarlas. Enfrentarlas y derrotarlas, porque el Ecuador no puede darse el lujo de ignorar las consecuencias de este problema. Hemos estado acorralados por la delincuencia y si queremos defendernos tenemos que plantear cinco políticas coordinadas y simultáneas que se cierran con la fuerza de un puño.
En primer lugar, la respuesta policial, dando prioridad al fortalecimiento sus capacidades, tanto logísticas como de inteligencia, dotándola de herramientas modernas y efectivas. Segundo, reestructurando la justicia para acabar con la impunidad; necesitamos jueces probos, bien pagados y protegidos, con normas que les quiten estratégicamente discrecionalidad excesiva para que no queden a merced de amenazas o corrupción. Tercero, la priorización de inversiones públicas y la participación del sector privado para generar rápidamente empleo y mejoramiento de la calidad de vida. Cuarto, la atención digna del Estado, hacia los más pobres, especialmente a través de la provisión de servicios públicos de calidad, que genere una percepción de legitimidad en la democracia.
Y, quinto, quizás lo más importante: hay que recuperar el sentido de pertenencia. Las mafias son muy efectivas captando jóvenes porque les hacen sentir parte de algo más grande que ellos mismos. Hay que recuperar el orgullo de comunidad, embelleciendo los barrios e invirtiendo en actividades artísticas y deportivas que generen referentes positivos.
Hay una coincidencia grande: queremos vivir en paz y para ello debemos mantenernos unidos y firmes.