Premium

Andrés Isch | Democracia e ilusión

Avatar del Andrés Isch

La ilusión por un mejor futuro solo puede crearse desde ese ejercicio

Que el voto es emocional y no racional es un mantra repetido entre consultores de toda tendencia que buscan explicar cómo tal o cual candidato conectó con el electorado. Y si bien es verdad, pues la mayoría de las decisiones humanas son emocionales y solo revestidas de racionalidad, elegir a un presidente va más allá de escoger entre dos personas. Hay, implícita, también una concepción sobre el valor que le damos a la democracia y al efecto que creemos tienen en nosotros las reglas de convivencia.

Muchos se sorprenden de lo poco que parece importar el que candidatos con graves acusaciones de corrupción lleguen a un cargo o que las mismas políticas económicas irresponsables que nos metieron en esta crisis sean presentadas como una alternativa para salir de ella. Lo cierto es que cuando hay una percepción de fallo de la democracia, poco importan las consideraciones éticas al momento de votar porque terminan convirtiéndose en nociones etéreas frente a problemas reales y apremiantes. En otras palabras, si una persona percibe, justificada o injustificadamente, que el sistema en su conjunto es corrupto, que el sistema no puede dar soluciones a sus problemas más básicos y, sobre todo, que el sistema tiene reglas diferentes por las cuales unos se benefician y otros se perjudican, ¿por qué le va a importar que ese sistema implosione o que se adueñen en él autoridades indeseables? Ese ciudadano, que siente que la democracia le ha fallado, no tiene ninguna razón para salir de sus propios sesgos frente a una papeleta.

Por eso es tan importante que demócratas que están dispuestos a aplicar políticas responsables estén dispuestos a caminar el país, conversar con la gente y sensibilizarse a sus problemas más allá del entendimiento macro. La ilusión por un mejor futuro solo puede crearse desde ese ejercicio, con humildad y real ánimo de conectar con el votante. El Ecuador necesita ese ejercicio urgentemente porque no puede darse el lujo de retomar ideas que solo multiplican la pobreza y que nos llevarán, por muy trillada que sea la frase, a seguir los pasos de Venezuela.