Andrés Isch | Más Felipes
Esos Felipes necesitan que quienes queremos un Ecuador digno y en paz nos pongamos de su lado.
Hace un poco más de 65 años, Alfredo Pérez Guerrero le escribió una maravillosa carta a su hijo Carlos, quien había sido nombrado juez provincial. En ella destacaba las virtudes y exigencias del cargo, la responsabilidad del mismo con su deber de “… dar a cada uno lo que es suyo, a cada uno lo que es justo, para restablecer la armonía del derecho y de la Ley” y concluía recordándole que “Toda cuantía es máxima cuando se hace justicia; y todo litigante tiene derecho a ser tratado en el mismo plano de primacía, sin distinciones”. Así es como debería funcionar el sistema judicial, con imparcialidad, transparencia y equilibrio. Debería. Sin embargo, día a día somos asqueados espectadores de la extendida (por fortuna aún no generalizada) convivencia entre jueces, abogados corruptos y mafias. Purga, Metástasis, Plaga…, cuesta seguirle la pista a la cantidad de involucrados y los delitos que cometen. Y cuando parece que ya lo hemos escuchado todo, aparece una nueva e inverosímil muestra de hasta dónde se ha podrido el sistema. Esta semana ese nuevo punto bajo se dio con el testimonio del ex funcionario judicial Michael Hernández, quien confesó cómo pagaban ya no sólo para conseguir sentencias a favor, sino también para que se falle en contra de un abogado en particular: Felipe Rodríguez. Y es que, en el fondo, Felipe Rodríguez es una muestra de todo lo que las mafias temen. Heredó de su padre, Jorge, el valor para enfrentarlos en el único campo de batalla en donde su sucio dinero no sirve: el de las ideas y la decencia. Las mafias compran casi todo, pero no pueden controlar el espíritu (si alguien lo duda, que le pregunte a Carlos Pólit, quien tendrá que verlo cara a cara el día que se dicte su sentencia). Ahí es donde Felipe vence y se pasea, con esa tenacidad inquebrantable y una arrogancia bien merecida, propia de quien ha dedicado infinitas horas a estudiar el derecho. La guerra contra las mafias es también esto, una que hay que librar con la fuerza de la moral y las ideas. Ecuador necesita más Felipes y esos Felipes necesitan que quienes queremos un Ecuador digno y en paz nos pongamos de su lado.