Andrés Isch: Marx Campeador
Más allá de los cantos y poemas, esa imagen, la de un cadáver derrotando a un ejército
Cuenta la leyenda que para intentar recuperar Valencia de los almorávides se ocultó la muerte del Cid y ataron su cadáver sobre su caballo Babieca, para que galopara contra el ejército de Búcar, quien huyó despavorido. En la batalla ideológica hay una historia similar: durante más de un siglo las ideas marxistas son paseadas por el mundo con armadura reluciente pese a su evidente fracaso.
Están muertas en la práctica, incapaces de resolver ningún conflicto social o económico, y sin embargo aún logran engañar a suficientes ciudadanos como para ganar batallas y mantenerse en el debate. El comunismo y sus distintas presentaciones han sido un fiasco. El daño causado es inconmensurable: naciones enteras sumidas en la miseria mientras unos pocos miembros de la casta burocrática se enriquecen; una doctrina antireligiosa que convierte a líderes corruptos en dioses; un proyecto político que aplasta a los más débiles en nombre de los más débiles.
Las ideas de Marx lograron quebrar a la potencia energética más grande que ha existido (la antigua URSS y sus países aliados) y han destrozado cada país en donde han sido adoptadas, como Venezuela, Cuba o Nicaragua. Por el contrario, sobran ejemplos del éxito de modelos de democracia liberal aplicados al mismo tiempo que fracasaba el modelo marxista: Alemania Federal vs. Alemania Oriental; Corea del Sur vs. Corea del Norte; o Europa occidental vs. Europa oriental.
En El libro negro del comunismo: crímenes, terror y represión, se calcula que la cifra de personas asesinadas por regímenes comunistas se acerca a los 100 millones de personas: 60 en la República Popular China; 20 en la Unión Soviética; 2 en Corea del Norte; 2 en Camboya; 350 mil entre otros países europeos y africanos. También se detallan ahí programas específicos de control y extermino de opositores tan aberrantes como los del nazismo.
Más allá de los cantos y poemas, esa imagen, la de un cadáver derrotando a un ejército, más que una épica gesta es el retrato de la pasividad o cobardía de los derrotados. Hoy el triunfo de corrientes socialistas solo puede explicarse si es que la derecha democrática abandona su obligación de ofrecer a los ciudadanos una alternativa real de prosperidad.