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Andrés Isch: Servir como propósito

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Servir como propósito debería ser un acto de reivindicación diaria y de orgullo

Mientras somos espectadores de la descomposición de aquellos valores que hasta hace pocos años parecían inmutables y compartidos por toda la sociedad (honestidad, honor, reputación, generosidad), proliferan falsos referentes que han aprovechado esa ausencia de principios para generar lucrativos negocios. 

Son la imagen aspiracional de generaciones (especialmente hombres jóvenes) que claman por guía en un período de enorme confusión. Excesos, viajes a lugares exóticos, dinero suficiente para lanzarlo al aire y fórmulas secretas para ‘crackear’ el sistema: esto es lo que se vende a cambio de ‘follows’, suscripciones o asesorías. Juegan con el sentimiento de culpa de aquellos que se sienten por fuera de las reglas y reducen la felicidad a un proceso de adquisición, en el que para saber si has triunfado necesitas tu Instagram lleno de playas, autos deportivos, botellas impagables y fiesta.

Pero, al final del día, esa pantomima solo creará más frustración y desdicha, porque ninguna de estas fórmulas mágicas nos pueden dar algo que todos necesitamos y es saber que nuestra vida tiene un sentido que puede transcendernos.

El espíritu humano necesita llenarse de compromiso y esfuerzo, tanto como el cuerpo necesita de alimento. Encontrar una razón de ser es parte de la vida misma y el servicio al prójimo puede ayudar a construir esa pertenencia que tantas personas necesitan.

No se trata solo de ser caritativos sino sobre todo de encontrar un espacio en el que nuestras acciones puedan contribuir positivamente a mejorar la vida de otros, a conocer sus historias para identificarnos en la alegría y en el dolor.

El trabajo público realizado con dedicación y honestidad, participar en proyectos comunitarios o dedicar tiempo para transmitir, con generosidad, transmitiendo y absorbiendo conocimientos y experiencias, son algunas de las experiencias que todos deberíamos buscar tener. Conociéndonos y reconociéndonos en el otro podremos construir una sociedad con principios comunes.

Servir como propósito debería ser un acto de reivindicación diaria y de orgullo.