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Andrés Isch | Temperatura

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Ecuador es como ese paciente al que se le pasan poniendo paños fríos para bajar la temperatura mientras la enfermedad avanza

Si cualquier de nosotros o un familiar enfermara gravemente, por ejemplo, de cáncer, acudiríamos a un médico buscando que el tumor pueda ser eliminado de raíz. Si queremos una cura, no aceptaríamos jamás que las recomendaciones médicas se limiten a controlar la fiebre o a una aspirina para el dolor, sino que exigiríamos un buen diagnóstico y con base en ello poder escoger cuál es el mejor tratamiento.

Ecuador es como ese paciente al que se le pasan poniendo paños fríos para bajar la temperatura mientras la enfermedad avanza. El debate político se limita a discurrir sobre algunos problemas coyunturales en donde las voces más altisonantes suelen ser de los más ignorantes en asuntos de política pública. Discursos de tarima, vacíos en contenido, que se repiten una y otra vez en el parlamento o detrás de cualquier micrófono. Con honrosas excepciones, no parece haber capacidad o interés en profundizar en soluciones más allá de retóricas incendiarias o dogmáticas, como si repetir hasta la eternidad un modelo fracasado pudiera cambiar la realidad de país.

La mayoría de los actores prefieren ganar capital político sobre la crisis energética o el estancamiento económico antes que reflexionar sobre qué debemos hacer diferente para que esto no se repita en el futuro. Y no es tan complicado de entender, ejemplos sobran sobre qué funciona y qué no. Perú, por ejemplo, escogió el camino populista en los años 80, lo que lo condujo a una gravísima crisis con hiperinflación, pobreza y terrorismo; cuando cambió de dirección, manejando responsablemente sus finanzas y liberando al sector privado para que sea el gran motor de desarrollo, pasó a tener un crecimiento constante y mejora en todos los indicadores sociales.

Desde hace 18 años, Ecuador tiene un estado obeso, incapaz de dar soluciones a las necesidades más elementales. Es un modelo que se disfraza de solidario mientras condena por generaciones a los más pobres. Es hora cambiarlo para poder curar la enfermedad en lugar de solo disimular la temperatura.