Premium

Arturo Moscoso: ¿Bebés a las embajadas?

Avatar del Arturo Moscoso Moreno

No estamos enviando bebés a la guardería

En un nuevo giro que ahonda en la percepción de que el Gobierno se toma a la ligera la diplomacia y las relaciones internacionales, en el país se está considerando dar un notable paso atrás en la madurez de su diplomacia a través de una propuesta de la bancada oficialista en la Asamblea: la malhadada intención de reducir la edad mínima para los embajadores de cuota política de 35 a 30 años.

Este intento de reforma levanta serias preocupaciones. Por un lado, desplaza la esencia de lo que debería ser una posición ganada a través de años de dedicación y servicio, reemplazándola por un premio mal concebido a la juventud. ¿Es prudente que los representantes del país en el escenario mundial tengan menos experiencia de vida que el promedio de los diplomáticos de carrera, quienes esperan hasta los 50 años o más, para desempeñar cargos de tan alta responsabilidad?

Además, el proceso para implementar tal cambio ha sido todo menos transparente, con discusiones en contextos inapropiados y sin el debate adecuado. Esto no solo desdeña el principio de especialidad normativa, sino que pone en entredicho, nuevamente, la seriedad del proceso legislativo.

Esta medida, supuestamente en favor de la juventud, podría no ser más que un golpe de efecto, ya que posicionar a diplomáticos inexpertos en roles cruciales podría resultar en más daños que beneficios. Con el intento de convertir las embajadas en guarderías de aprendices, cabe preguntarse: ¿cuándo se perdió la noción de que ciertos roles exigen un calibre de experiencia y sabiduría que solo los años pueden proveer?

La diplomacia no es un juego de niños; es un arte delicado que requiere una mezcla de sabiduría, experiencia y una profunda comprensión de los asuntos globales, atributos que raramente se encuentran en los recién llegados, por más capacitados que estén.

Aunque la idea de inyectar sangre nueva en el servicio público puede ser atractiva, las embajadas no son el lugar para experimentos de este tipo. Si Ecuador busca respeto internacional, y lo necesita ahora más que nunca, sería prudente recordar que, en el escenario mundial, la experiencia no solo es valiosa, sino esencial. No estamos enviando bebés a la guardería.