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Arturo Moscoso: Un circo de 17 carpas

Avatar del Arturo Moscoso Moreno

Se viene un nuevo circo electoral en que el país y la ciudadanía, una vez más, serán los grandes perdedores

Como era de esperar, el circo electoral se ha inaugurado en Ecuador de cara a las próximas elecciones, esta vez con nada menos que 17 precandidatos presidenciales en competencia. Sí, diecisiete, lo que lejos de ser una muestra de diversidad política, es más bien un desfile de egos, donde, en la mayoría de los casos, el verdadero objetivo no es servir al país, sino servirse de él.

¿Cómo es esto posible? Parte de la respuesta radica en un sistema electoral que incentiva el oportunismo. Para muchos, mantener el registro electoral de su organización política es la principal motivación, aunque eso signifique presentar candidatos sin posibilidades reales. Además, estos candidatos, a menudo ilustres desconocidos, se postulan por cualquier partido que los acoja, sin una conexión ideológica o programática real.

Pero la falta de ideología no es exclusiva de los candidatos. Los partidos y movimientos políticos, más que estructuras ideológicas, son meras maquinarias electorales de decisión vertical, donde los ejercicios de democracia interna son una farsa. Así, solo sirven como simples vehículos para acceder al poder, sin ofrecer un proyecto coherente para el país.

Por otra parte, lanzarse a la presidencia es una manera efectiva de acceder al financiamiento público que ofrece nuestra generosa ley electoral. Y aunque ganar sea improbable, al menos el dinero ya está en el bolsillo. Y el control electoral del uso de estos fondos es, por decirlo suavemente, ineficiente, lo que abre la puerta a la corrupción.

Adicionalmente, muchos ven en la candidatura presidencial una oportunidad para arrastrar votos hacia sus listas de asambleístas, perpetuando así el caos legislativo en la Asamblea, donde llegar a acuerdos es prácticamente imposible, salvo los que se hacen por debajo de la mesa y quien sabe con qué fines.

Esto es el reflejo de la crisis de liderazgo y el oportunismo que asola al país. En lugar de un compromiso genuino por mejorar Ecuador, lo que presenciamos es un desfile de aspirantes que buscan salvarse a sí mismos o a organizaciones políticas que no representan a nadie.

Se viene un nuevo circo electoral en que el país y la ciudadanía, una vez más, serán los grandes perdedores.