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Arturo Moscoso: Nada está decidido hasta que se cuenten los votos

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La confianza excesiva puede ser peligrosa, pues podría llevar a la desmovilización del electorado

En la mayoría de las últimas encuestas que pudieron difundirse, Daniel Noboa aparecía como el gran favorito, incluso con estudios anticipando la posibilidad de una victoria en primera vuelta. Sin embargo, la experiencia nos dice que es importante tomar esos resultados con cautela, pues la metodología utilizada en estos sondeos no siempre es la adecuada, y los márgenes de error pueden hacer la diferencia entre un triunfo rotundo y una segunda vuelta inevitable.

Javier Rodríguez, reputado politólogo y meticuloso estudioso de los datos, nos ha recordado en varias ocasiones la importancia de analizar con pinzas los resultados de las encuestas. Como él menciona, en el pasado hemos visto cómo el comportamiento de los electores no siempre va acorde a como lo leen o interpretan estos sondeos, dando sorpresas de último momento que cambian el curso de una elección. La historia política reciente del Ecuador nos enseña que las encuestas son herramientas valiosas, pero no predicciones infalibles.

Si bien es cierto que Noboa aparece con una ventaja significativa en la mayoría de los sondeos, la diferencia entre las formas de medición y la falta de claridad en la metodología utilizada nos obligan a mirar estos números con un ojo crítico. ¿Cómo se han distribuido los indecisos? ¿Cómo se ha calculado el voto válido? Son preguntas clave que se responden de manera ambigua o que, de plano, se quedan sin respuesta.

Más allá de los números que han circulado y seguirán circulando, lo que realmente decidirá la elección será la votación del próximo domingo. La confianza excesiva puede ser peligrosa, pues podría llevar a la desmovilización del electorado y a sorpresas inesperadas en las urnas. Ya lo hemos visto antes: el exceso de seguridad ha jugado malas pasadas a más de un candidato.

Recordemos que las encuestas son una radiografía del momento y no un destino escrito en piedra. El electorado tiene la última palabra y, hasta que no se pronuncie, el mensaje es claro: prudencia y no bajar la guardia. Porque en política, lo único seguro es que nada está decidido hasta que se cuenten los votos.