Arturo Moscoso: Ecuador en guerra

Este momento exige medidas firmes para garantizar la integridad y seguridad de los ecuatorianos
El país se encuentra en un momento tan crítico que, en una acción sin precedentes, el presidente Noboa les ha declarado la guerra a las bandas delincuenciales y al narcotráfico. Más allá de las implicaciones sociales y legales de esta decisión, la unidad de todos los sectores sociales y políticos del país para enfrentar esta amenaza se hace imperativa. En ese sentido, el reciente llamado de Participación Ciudadana a un Acuerdo Nacional por la Paz resuena como una necesidad ineludible.
Sin embargo, no se puede perder de vista dónde están las raíces de esta pesadilla. La permisividad, por decir lo menos, del gobierno de Rafael Correa dejó una impronta clara en la realidad actual, sin que eso justifique la inoperancia de los gobiernos posteriores para enfrentar el problema. El llamado a dejar de lado aspiraciones personales y evitar el uso político de la crisis es válido, pero no podemos olvidar las responsabilidades históricas. Cualquier esfuerzo conjunto debe basarse en la transparencia y en un compromiso real con la justicia.
Este momento exige medidas firmes para garantizar la integridad y seguridad de los ecuatorianos y en este proceso el respaldo a los esfuerzos del presidente es importante para mantener la institucionalidad y el Estado de derecho. No obstante, este apoyo no debe significar carta blanca a un gobierno que no termina de encontrar el rumbo, ni amnesia colectiva sobre las acciones del pasado. La unidad, sí, pero con los ojos abiertos y la memoria intacta.
Por otra parte, se debe tener claro que combatir estos males también requiere de medidas sociales. La inversión en educación, empleo y programas de reinserción es esencial. Así, la unidad debe construirse sobre la base de un compromiso integral que incluya tanto la seguridad como la construcción de una sociedad más justa.
De esta forma, si bien hay que ponerles freno a las bandas y al narcotráfico, si no se toman otras medidas que sean parte de una estrategia integral para enfrentar el problema, el remedio podría ser peor que la enfermedad. Una guerra prolongada solo perpetuará el sufrimiento. La victoria no solo es terminar con el caos actual, sino construir cimientos sólidos para un Ecuador mejor.